Confiar, soltar, delegar y colaborar con un objetivo en común

 

Columna por Amparo Urmeneta | Publicista Usach | Socia Humano

How do you approach a project? How do you price projects? Are you paying yourself fairly? Así comenzó nuestra última sesión de trabajo del Nodo de Diseño Gráfico Chileno de Exportación, una iniciativa que surge con el fin de potenciar la exportación de servicios de las oficinas de diseño chilenas. 
Cuando comenzamos este proyecto, mucho antes de la pandemia, ninguno de los participantes vislumbraba mucho futuro, porque estas cosas suelen tener puntos de partida muy macro y cuesta salirse de lo etéreo para entrar en un estado práctico y con persecución de resultados. No fue hasta este año que, de la mano de Yuken, consultora que nos ha apoyado para concretar las fases del plan de trabajo que nosotros mismos propusimos a Corfo, empezamos a sentir que esto tiene forma.

Y lo que se ha producido en estos meses es muy intersante, porque a pesar de ser empresas competidoras que ofrecemos servicios similares, el espíritu ha estado puesto en la colaboración y, aunque hoy se habla mucho de esto, el compartir no siempre es el camino obvio y ciertamente tampoco fácil. En nuestro caso y como contexto, somos 11 oficinas distintas, con maneras diferentes de hacer las cosas pero con puntos en común, y en lo que llevamos recorrido, el principal foco ha estado en compartir nuestros dolores, experiencias y hasta archivos Excel de presupuestos. Nos hemos convertido en un grupo de apoyo donde la catarsis tiene su espacio, y también nos ha permitido (y obligado) a revisarnos nosotros mismos, a profundizar en nuestros valores y propósitos como estudios, a volver a definir lo que nos gusta y queremos hacer, para qué somos buenos y en qué poner el foco de nuestros negocios.

Hoy nuestro desafío principal está en alinear las visiones y expectativas que tenemos para abordar el mercado al que apuntamos, logrando metas específicas con un plan de acción acotado. Repartir tareas, confiar en que todos somos profesionales capaces de liderar y llevar a cabo un proyecto satisfactoriamente, dejarse liderar y poder lograr una unidad como grupo de diseñadores chilenos en el exterior. 

La meta es Canadá, y dentro de las razones de por qué elegimos ese país está la valoración del diseño que allá existe, como disciplina, como parte de la vida y, por supuesto, por la rentabilidad que representa. Todavía recuerdo una reunión con nuestro asesor canadiense, donde nos enteramos, por ejemplo, que un profesional recién egresado de Diseño gana el mismo valor hora que nosotros que tenemos más de una década de experiencia. Y luego de llorar, enjugarnos las lágrimas y arremangarnos nuevamente, seguimos avanzando para lograr la meta de exportación. 

Y aunque ser mejor pagados es un punto muy relevante, son muchas las ventajas que hemos visto en la posibilidad de vender diseño fuera de Chile: es una oportunidad para crecer y no depender completamente de la realidad local, permitiéndonos sortear de mejor manera las crisis que vendrán a futuro, experimentar el desarrollo de proyectos en otros mercados con todo el aprendizaje que eso conlleva, darle visibilidad al diseño chileno en el exterior, mostrando que estamos a la altura de las exigencias globales para esta disciplina, abrir y facilitar caminos para que otros también exporten, desafiarnos a nosotros mismos, cuestionarnos y sacarnos de nuestra zona de confort.

Los próximos meses serán bastante exigentes porque se acercan los plazos para concretar muchas de las actividades de nuestro plan, y espero que la energía nos dure para todo lo que viene. Sin embargo, ya la experiencia de ser parte de este proyecto, de aportar a algo importante y de tener espacios de escucha para entregar y aprender de las experiencias de las otras empresas, es un balance positivo.


Un intercambio generoso, desprendido y lleno de entusiasmo. So far, so good!

 
 
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