Diseñando en una Industria abandonada

 

Columna por Ignacio Soffia

Fintual es una AGF (Administradora General de Fondos). Una plataforma regulada que ofrece una solución de ahorro e inversión a sus clientes. Pero somos eso y mucho más. Lo que nos destaca sobre otras administradoras es el uso de tecnología.
Si bien legalmente estamos constituidos como una AGF, en la práctica somos una empresa de tecnología. A través de ella somos capaces de automatizar procesos, reducir costos y finalmente traspasar ese valor a nuestros clientes. En este encuentro entre las personas y la tecnología hemos visto dos desafíos fundamentales:

  1. Una nueva forma de hacer las cosas: reimaginar una experiencia tradicional
    en un entorno digital. Pensar en nuevas maneras de abrir una cuenta, entender tus ahorros y planificar tu futuro.

  2. Cercanía a través de una pantalla: generar confianza eliminando el contacto
    humano directo. Que un conjunto de pixeles me evoquen la misma seguridad que estrechar la mano de un ejecutivo.

Para nosotros el valor del diseño subyace en este encuentro. A través de la disciplina nos hacemos cargo de estos problemas en dos dimensiones que impactan directo a nuestros clientes:

  1. Función: un producto simple que le permite a las personas cumplir
    sus objetivos de manera simple y clara.

  2. Emoción: una marca que genera un vínculo cercano, transmite
    seriedad y ante todo simpleza.

Bajo esta lógica entendemos el diseño y conformamos nuestros dos equipos:
diseño de productos y diseño de identidad.

Son muchos los factores que justifican el éxito de Fintual. Las inversiones, la operación, atención a los clientes, tecnología, simpleza, transparencia, costos, entre muchos otros. Vemos al diseño como un agente que conecta estos factores con el usuario final. A través de la experiencia, la narrativa, el uso de color, los componentes, las formas, la tipografía.
Todo esto constituye un Fintual cohesionado que las personas entienden y valoran.

Esperamos que estas prácticas se propaguen no solo en nuevas startups, sino también en la industria tradicional. Especialmente en aquellas como la de los fondos mutuos, que al menos desde el diseño, permanece abandonada.

 
 
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